Hoy quiero recoger de mi experiencia en África, imágenes de
manos (incluyendo fotos que me han prestado otros fotógrafos).
Me ha parecido que observar sus manos es otra forma de
acercarse a este continente, tan desconocido desde fuera y tan incomprendido.
Manos
que:
… trabajan
… que saludan
… que abrazan
… que bailan
… que rezan
… que ayudan
…
Son cientos, miles de manos, y, como siempre, hay muchas
manos de niños.
Quiero dejarme llevar por esas
manos.
Son manos muy sencillas, tienen
raíces milenarias, tienen la fuerza de la comunidad. Y, desde esa pobreza, ellas
te dan calor y son una guía para tu espíritu.
A mí, sentir la acogida de los
hermanos y hermanas de África y tomar contacto con ellos, me reconcilia con lo
mejor de la humanidad.
Con ellos he sentido inmensamente
ternura, emoción hasta las entrañas, una alegría especial. Y, también, la
indignación por esa cadena humana de injusticias cuyo último eslabón golpea
sobre todo en el continente africano.
Quiero renovar esos sentimientos.
¡Quiero volver a África!
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