5.- VISITANDO LAS CASAS
DE LOS NIÑOS/AS por las colinas de Kayenzi (Rwanda)
Hoy he visitado las casas de los niños de la escuela infantil con la que
estamos hermanados desde Kuartango, Ribera Alta y Urkabustaiz por medio de
Manos Unidas.
Tenía mucho interés en hacerlo. Una cosa es ver a los niños en la
escuelita, tan bien arregladitos. Y otra, ver su realidad, sus casas, sus
familias.
Hay que caminar bastante para llegar a sus humildes casitas. Anduvimos
casi una hora, subiendo y bajando colinas, para llegar a unas familias, y eran
de los que más cerca vivían de la escuela.
Como los niños ya me conocían de la escuela, cuando llegaba a sus casas
venían alegres y confiados a saludar.
En algunas casas no nos hicieron pasar, porque no tenían ni una silla
que ofrecernos. En otras, como ya sabían que íbamos, habían conseguido algún
banco.
Para nuestro hermanamiento y para que nuestra relación con ellos sea más
profunda, me parece importante estar en sus casas, ver su realidad.
Se me ha quedado el corazón encogido. Es la pobreza máxima, la poquedad
absoluta. Unas paredes de adobe, nada más. Ordenado, limpio, pero nada de nada.
Tal vez una cabra, o una vaquita pequeña poco mayor que la cabra. Un trocito
pequeño de terreno, unos metros cuadrados, para cultivar alguna cosa.
Sé que hay muchas familias que comen una vez al día, y algunas cada dos
días.
Como digo, ha sido muy duro. Pensar que esto pasa aquí cerca. Y que ni
nos enteramos.
Ha sido duro, pero me he quedado satisfecho y a gusto de este encuentro
con los niños y con sus familias en sus propias casitas.
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