sábado, 5 de agosto de 2017

DESDE RWANDA, Leonardo Lizana (5)

DESDE RWANDA, Leonardo Lizana (5)

ADIOS RWANDA
Me es difícil escribir. Son tantos los rostros, gestos y palabras que pasan por mi mente buscando decantar en mi corazón. En pocos minutos más dejaré este país, dejaré Kayenzi y dejaré a la comunidad de las hermanas que, por estas tres semanas, han sido mis madres, mis amigas y mis compañeras dándome un testimonio que me emociono de sólo pensar en la nobleza de su misión y la fuerza de su entrega. Ya se acerca la despedida y me es difícil decir adiós. Una emoción, un sentimiento y una convicción me acompañan mientras espero abordar el avión que me alejará de esta tierra que ha cautivado mi corazón.
Me acompaña la tristeza. En estos momentos estoy triste por tener que partir. Por tres semanas me he asomado por la rendija de la puerta a este nuevo mundo y este nuevo mundo me ha conmovido. La transparencia de tanta gente y especialmente de los niños de nuestra escuela de Kayenzi y de los que me acompañaban cuando salía a andar ha calado fuerte en mí.
Esta mañana Donascien y Pacific han llegado hasta la casa de las hermanas para despedirse, sus palabras son un regalo que atesoro para mi vida. Sé que en ellos se despide mucha gente con la que he compartido en estos días, gente de mirada transparente y sonrisa de fuente pura que me entristece tener que dejar. Me han regalado tantas sonrisas y saludos, me he sentido tan querido.
Ayer estuve en Butare, hna María Paz me llevó, apenas bajamos del auto aparecieron las hermanas de esa comunidad con sus brazos abiertos y sus sonrisas anchas, aparecieron también los tambores y los cantos de bienvenida, no podía ser de otra manera, esta gente siempre sabe acoger y tener gestos de una grandeza que no en cualquier parte se pueden encontrar. Esa riqueza humana que se expresa y se despliega por medio de gestos concretos, de bailes y cantos me despierta una emoción de tristeza ahora que los tengo que dejar.
También me acompaña un fuerte sentimiento de gratitud. Estoy profundamente agradecido por todo lo que he vivido durante estos días. Agradezco con toda la sinceridad de mi corazón a Kuartango Solidario en la persona de JuanRa Etxebarria Borobia que ha sido el principal animador de este viaje. Muchas gracias por vuestra confianza y por brindarme esta oportunidad que ya estoy deseoso de poder compartir en cuanto nos veamos nuevamente. Gracias Kuartango, Ribera Alta y Urkabuztaiz por darme está oportunidad.
Gracias también a las Hermanas Misioneras de Jesús, María y José, gracias por su testimonio de entrega generosa y por la seriedad de vuestro trabajo. Ayer mientras viajamos a Butare con María Paz tuvimos una conversación de esas que te edifican a tal punto que sientes que, si íntegras esos aprendizajes en la vida, mucho puedes construir en beneficio de los más necesitados. No olvidaré la fuerza de su testimonio, la valentía para estar siempre de pie y esa confianza en Dios que me ha hecho tambalear de emoción. Esta hermana cuando estuvo a punto de morir comprendió que "la vida no depende de la fuerza que una persona pueda tener, sino de la confianza que esa persona tiene en Dios". Un testimonio potente y conmovedor. Gracias por mostrarme nuevos matices de esta realidad que me duele, porque me duele el dolor y la injusticia que sufren los más pequeños.
En Butare conocí a la hna María Pilar, una mujer admirable en el sentido más pleno de esta palabra. Su lucidez me ha impresionado, su orden mental y su sacrificio hasta el final me hacen admirarla aún más. Con ella hablamos de los logros y los fracasos, de las alegrías y tristezas en la misión, un testimonio tan potente que ojalá las nuevas generaciones de esta congregación sepan captar para el bien de esta obra cuyo carisma es estar entre los más pobres, en las periferias de la sociedad, según leí en las nuevas constituciones, recién salidas del horno. Gracias por tanta bondad.
Gratitud a las hermanas de Kayenzi, me saco el sombrero ante estas monjas, he sido testigo de sus alegrías, de sus preocupaciones y, por sobre todo de su trabajo realizado con seriedad y abnegación. Muchas gracias por todas sus atenciones y por la fiesta de despedida de anoche, gracias por sus palabras, sus oraciones y por darme tanto cariño. Gracias a tantos que han seguido estas crónicas desde lugares tan distintos y lejanos, gracias por sus saludos, comentarios y por esas oraciones que han realizado por el éxito de este servicio que he tenido el honor de realizar.
Gracias a las Misiones Diocesanas Vascas que han estado atentos y han difundido este esfuerzo solidario. Gracias a la revista Rumbos Diocesana que ha seguido mis pasos y hasta sacó una portada con esta experiencia, ha sido una bonita sorpresa y un gran detalle. En fin, me arropa la gratitud de sentirme tan acompañado, tan bendecido y tan querido en esta tierra rwandesa.
Finalmente, me acompaña una convicción y esa convicción es la certeza de que seguiremos trabajando con todo nuestro empeño para que esta misión solidaria siga adelante. Por los niños de Kayenzi seguiremos trabajando en Kuartango, Ribera Alta y Urkabuztaiz, sé que no estamos solos, somos muchos los que continuaremos con empeño este desafío. Por aquí pasa el orgullo de saber la calidad humana de aquellos que han comenzado está obra buena y que no la dejarán abandonada. Tengo la convicción de que en la inmensa costa de la solidaridad, nuestro grano de arena no puede faltar. Esta convicción me despierta una reconfortante esperanza.
Ahora recuerdo el Evangelio de mañana, día de la transfiguración. En lo alto de un monte Jesús se transfigura mostrando así su gloria a tres de sus discípulos, y yo que he recorrido en estos días tantas colinas, tantos caminos de subida y de bajadas siento que he visto ya la transfiguración en tantos rostros de esta Rwanda, especialmente en los niños de la escuela de Kayenzi, en las religiosas y en todos los que quieren ser protagonistas en la construcción de una humanidad más justa y más solidaria. Ahora deseo con fuerza que sigamos trabajando para que el rostro del Cristo sufriente sea transfigurado, para que le cambiemos la cara a este mundo que mucho sabe de odio, violencia e injusticia y poco de amor, justicia y paz. Este pueblo me ha mostrado la gloria de Dios en esos rostros transfigurados, sigamos trabajando para que la gloria de Dios sea el ser humano dignificado por la verdad, la justicia y la paz.
Adiós Rwanda, una parte de mi corazón se queda contigo y una parte de ti se va conmigo. Adiós país de las mil colinas, Dios me dé la gracia de volver a ti.

Desde el corazón de África..., un abrazo con tristeza, gratitud y esperanza.





















1 comentario:

  1. muchas gracias por tu testimonio conmovedor.....
    Qué Dios te bendiga y te dé una larga vida para continuar tu mision...
    Desde Bretaña.
    marian

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