Me gusta la cultura, la historia, el arte de los pueblos,
me gusta conocer y estar con la gente. Me gusta perseguir la belleza. Por eso,
he ido a África y trato de mostrar estas experiencias y reflejarlas a través de
estas pinturas. Me gusta empaparme del color de los pueblos, de su aroma, de su
música y sus sonidos, de las voces de la gente, de las formas… Lo necesito
vitalmente, lo necesito para vivir, para pintar y para seguir soñando.
Por eso, pinto África, porque creo que es una escuela
para la humanidad.
También, en África me encuentro con la pobreza. Pero no
le tengo miedo a la pobreza, más bien deseo estar cerca de los más pobres, auscultar
su latido, conocerlos para poder acompañarlos mejor.
Más bien, a lo que tengo miedo es a estar lejos de los
pobres, a vivir inconscientemente instalado en el castillo del bienestar.
Pintar África es mi forma de estar en el mundo y de
denunciar tantas cosas que me repugnan de esta sociedad.
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